lunes, 30 de abril de 2012

Los cumpleaños y los designios de Oscar Hahn



En estos de los cumpleaños, conforme pasan, más melancólicos nos volvemos. Encontré curiosamente este poema del gran poeta chileno Oscar Hahn (Iquique, 1938) leyendo este fin de semana "La primera oscuridad" (Fondo de Cultura Económico, 2012), que encontré en esa librería demodé que es La Buena Vida. 

En fin, a lo que voy: que los cumpleaños acaban siendo, como Hahn titula su poema, "Designios". Y me vi el sábado, a mí mismo, como ese hombre pensativo contemplando su niñez; convencido, sin duda, como dicen los versos, de que "el tiempo futuro / está contenido / en el tiempo pasado". 

Mientras que en el teléfono, en el Facebook, personalmente llovían "feliz cumpleaños", más me hacía pensar en lo que fui, en lo que soy y en lo que seré... siempre, en cualquier caso, bien rodeado por todos los que me habéis transmitido cariño y felicidad. Muchas gracias.

DESIGNIOS

Un hombre pensativo
Con los ojos cerrados
Contempla su niñez
En el recinto de la memoria

Se ve jugando
Con un tren eléctrico
Se ve armando
Un pequeño aeroplano
Se ve sentando en el suelo
Frente al televisor

Cuando ese hombre era niño
No sabía que la extraña figura
Medio oculta
Entre las sombras de la pared
Era su propia imagen
Que lo observaba desde el provenir

Porque el tiempo futuro
Está contenido
En el tiempo pasado
Y los designios del tiempo
Son inescrutables

lunes, 23 de abril de 2012

Una fiesta de la lectura



En contextos de crisis, la literatura nos da otro lugar, otro tiempo, otra lengua, una respiración. Es la apertura de un espacio que permite la ensoñación, el pensamiento, y que da origen a las experiencias. La literatura es necesaria, más que nunca. Y no sólo como evasión, sino como aprendizaje, como travesía, como conocimiento  o como placer.

¿Cuál es el libro que lee Hamlet  cuando entra en escena, en el segundo acto? A la pregunta de Polonio, contesta: “Palabras, palabras, palabras”,  evadiéndonos título o autor. Pero esas “palabras, palabras, palabras” consiguen en Hamlet lo mismo que en Don Quijote, consiguen “algo” en el lector, están cambiándonos, están descubriéndonos un nuevo horizonte, están mostrándonos un nuevo camino.

Al novelista Kiko Amat le gusta decir que “leer es saber que estás vivo cuando lo estabas olvidando”. Otro narrador, esta vez colombiano, Héctor Abad Facio-lince, afirma que “hay dos maneras de sentir con gran intensidad: viviendo y leyendo. Y esas dos experiencias, además, se retroalimentan: cuanto más se ha vivido, con más hondura se lee, cuanto más se lee, con más intensidad se vive”.

Por todo ello:  leer en cierto modo permite superar el demonio de lo inesperado, encontrar en la figura de la madre testimonios de superación, descubrir nuevas aventuras vitales, refugiarse en la fidelidad del amor, imaginar otra realidad que nos envuelva, examinar el grotesco mundo del dinero o comprender a la multitud desde la soledad.


Por ello celebramos este Día del Libro y del Derecho de Autor. Por ello, la Unesco nos invita a movilizarnos en torno al libro. “Rollo de papiro o códice, manuscrito, impreso o tableta digital, el libro ha cambiado cientos de veces de apariencia –afirma la directora general de la UNESCO, Irina Bokova para hoy–. Pero sea cual sea el medio empleado, el libro materializa las ideas y los valores que los hombres y mujeres consideran dignos de transmitirse. Es un valioso instrumento de intercambio del saber, de entendimiento mutuo y de apertura a los demás y al mundo”.

Es lo que dice su mensaje para un día como hoy. Para un día que surge como apoyo a quienes viven del libro y lo hacen vivir. Autores, libreros, editores, distribuidores… y lectores. Necesitamos lectores. Necesitamos libros. Para saber vivir en sociedades interculturales, mestizas y globales. Lo reivindicamos el día que murió Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso. Y permítanme que les cuente algo de él.

Hijo de un capitán extremeño que llegó al Perú con Francisco Pizarro y una nieta de Túpac Yupanqui, antepenúltimo emperador inca. Bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, en memoria de uno de sus abuelos, el Inca Garcilaso –al que el copia y pega, la ignorancia galopante, confunde continuamente con Garcilaso de la Vega– nació en el Cuzco el 12 de abril de 1539. Y murió el 1616 en Córdoba.

De él se dice que es el "primer mestizo biológico y espiritual de América". Es también el primer mestizo de nuestra literatura. Sus crónicas incas y renacentistas, sus Comentarios reales, aún se leen como ejemplo del primer novelista (historia ficción, al fin y al cabo) que “encarna la alteridad, lo diferente” y escribe desde ello.

Y eso es lo que nos da el libro, ayer y hoy. El testimonio. La imaginación. Los sueños. De todos aquellos “otros”, reales o ficticios, que hoy viven en nosotros. Para hacernos vivir más y mejor.

Muchas gracias

PD Texto leído en la inauguración de la Fiesta de la Lctura de la Librería Navarro y el Ateneo de Chiclana. Muchas gracias a ambos por la invitación a inaugurar esta Fiesta de la Lectura.

La novela del Día del Libro: Stephen King: 22/11/63



Empecemos por admitir lo que no se debe: no soy un seguidor de Stephen King, tampoco un lector sistemático de las novelas de terror. El género en el que King ha sobresalido como un referente indudable de la literatura contemporánea. Pocas novelas del bautizado como «rey del Terror» me han gustado.

Apenas It, en muchos sentidos, con género o sin él, una novela soberbia. Pero he aquí que King aún tenía reservada –y resulta tan evidente– su gran novela. Ciencia ficción, diacronía, sí, pero habría que juzgarla sin apellidos. 

Porque lo que King escribe a partir de una simple alternativa temporal (Oswald no alcanza a JKF en Dallas ese día que rememora el título de la novela) es, en sí misma, una «gran novela americana». Con todo lo que ello conlleva: un retrato portentoso de la América que pudo ser con sus múltiples variantes y su cruce de tramas, pero también de la América que hoy es.

Magistral. Imprescindible. Llena de sorpresas, de giros, inquietante. Hasta encerrar una monumental novela de novelas, solo posible en un narrador portentoso. 



Stephen King: 22/11/63 (Plaza & Janés), Barcelona, marzo de 2012, 880 páginas. En papel (tapa dura): 26,90€

lunes, 16 de abril de 2012

Gustavo Martín Garzo y la fascinación por la Virgen María

Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) obtuvo en 1994 el Premio Nacional de Narrativa por El lenguaje de las fuentes. Aquella novela ponía en escena a la Virgen María y su esposo, José, quien relataba, desde un punto de vista insólito, su emoción ante el nacimiento de Jesús. Casi 20 años y otras tantas novelas después, consolidado como un referente en la literatura española contemporánea, Martín Garzo regresa a la Virgen María con Y que se duerma el mar (Lumen).
Son, sin embargo, novelas distintas en el tono y concepción, aunque comparten una meditada sabiduría narrativa que imagina y recrea lo que no se cuenta en los Evangelios. “El origen de esta novela está en El lenguaje de las fuentes –admite el novelista–. Porque, entonces, mi idea inicial era escribir esa historia desde el punto de vista de María, pero no dí con la forma de hacerlo. Porque me parecía que era un ser demasiado cargado de cosas y no supe muy bien desenvolverme. Y por eso lo conté con los ojos de José, que era un personaje que me daba más libertad. De alguna manera, y aunque le tengo mucho cariño, aquella fue una novela que me dejó insatisfecho”.
- ¿De aquella insatisfacción nace esta nueva obra?
- Creo que el personaje esencial, el que me fascina, que era el de María, se había quedado en un papel secundario en El lenguaje de las fuentes. Y no dejaba de pensar en ello, hasta que se me ocurrió que podía escribir un libro en el que, esta vez, narrara la infancia de María y en el que tuviera todo el protagonismo. Lo que contaría sería justo hasta que el personaje aparece en los Evangelios. En la medida que en ellos no se dice nada de la infancia de María, sentía que tenía una libertad enorme como narrador para inventarme un modo y recrear ese personaje. Era una historia que yo tenía pendiente.

- ¿La fascinación por la Virgen?
- En el fondo, María es un personaje que tiene mucho que ver con esta afición mía por los relatos maravillosos. Si lo pensamos bien, María podía ser perfectamente la protagonista de un cuento de hadas. Es decir, una muchacha de 14 años, casi una niña, que en un pueblo perdido recibe la visita de un extraño mensajero que le dice que va a ser la madre de un rey. Ese es el comienzo de un cuento de hadas. Claramente. Y por tanto es una criatura que participa de ese mundo de lo maravilloso, que a mí me parece que es un mundo esencial. Uno de los problemas graves de este tiempo es que hemos dado la espalda a este mundo.
Novela de temática católica
- En la historia reciente de la novela española no suelen darse este tipo de novelas de temática católica o fervorosa; sin embargo, usted no lo oculta…
- Sí, es verdad. Es algo que siempre me ha llamado la atención. Es curioso, por ejemplo, que entre los escritores judíos siempre está presente esa dimensión de su religión y de su cultura. Sin embargo, en el mundo católico es muy raro esto. No sé muy bien por qué. Quizás por ese papel que ha cumplido últimamente la Iglesia al lado siempre de lo más reaccionario… dejando un poco al lado sus verdaderos compromisos. Y eso puede que haya causado un cierto rechazo a la hora de acercarse a esos temas. Lo cual me parece, en cualquier caso, una pena, porque creo que esas historias de la fe hablan del hombre, de lo que somos, de lo que nos sucede y de tantas cosas esenciales. Y no tiene ningún sentido olvidarlas. Al menos, yo no las puedo olvidar, porque siento que toda mi vida gira alrededor de ellas...

En el nº 2.794 de Vida NuevaEntrevista con Gustavo Martín Garzo, íntegra para suscriptores

Aparcando los zapatos


Inicio una nueva sesión, paralela a mi cuenta de Instagram. Serán algunas secuencias de la vida cotidiana, encuadres, imágenes, espejos que, por alguna razón, llamen nuestra atención. Ésta es la primera, la que me ha empujado a compartir la mirada. Playa del Palmar, en Vejer, antes de dar un paseo por la orilla... Y en la pasarela de acceso nos encontramos con una babuchas asegurada a todo riesgo, o no: encadenadas para que nadie se las lleve supongo... Tanto era el peso de llevarlas consigo. 

miércoles, 11 de abril de 2012

La novela de la semana | Erri de Luca: Los peces no cierran los ojos



Desde hace tiempo, desde aquella maravillosa En el nombre de la madre que celebra a la Virgen María, sigo con inusitado interés la obra de Erri de Luca (Nápoles, 1950). Una trayectoria que, siete novelas más tarde no deja de ser extraordinaria. Lo es en calidad, por supuesto. Y también por sorprendente.

En él habitan tres constantes literarias: la Biblia (que traduce directamente del hebreo como ejercicio literario y búsqueda personal), el Alpinismo y su propia biografía –incluido, su paso por la anarquista Lotta Continua–, que a veces se funde con la intrahistoria de Nápoles cuando el protagonismo es de su infancia misma.

Ésta última es la que le ocupa de nuevo en Los peces no cierran los ojos (Seix Barral), De Luca narra “cómo crece un ser humano”, como ese niño alcanza los diez años y se atreve a mirar el mundo con el Quijote en las manos, un padre ausente, cine neorrealista y las calles de Nápoles conduciendo a la vida. Detalles de una infancia, que el gran autor italiano refuerza con la ficción para, otra vez, erigir una novela entrañable y deslumbrante.

En cierto modo, un punto y seguido a El día de antes de la felicidad (Siruela). De nuevo, encontramos una magnífica de lo real y lo lírico, muy cercana a esos neorrealistas que perseguía de cine en cine en aquellos años napolitanos, y con quienes comparte una preocupación social. Y un dominio asombroso del ritmo, de la narración, a la que ayuda esa prosa elegante, de exacta adjetivación, que comparte con el lector emoción y, a la vez, la reflexión deseada. 

No en vano, De Luca se ha convertido en un autor de cierto culto entre los lectores españoles. Lo merece, porque su particular personalidad –y, sobre todo, su visceral biografía– lo han convertido en un narrador distinto, único, de escritura sencilla, pero que siempre busca un ángulo poético para trascender la realidad.

Porque eso es, al fin y al cabo, la literatura de Erri de Luca: un intento de quitarnos el peso de la realidad de los hombros. Lo que le diferencia es que, en vez de trivialidad, apuesta por la intensidad y por lo distinto.

Porque sus historias son siempre parábolas que nos llegarán hondo sin darnos cuenta y confesiones del hombre ante su destino. Como aquel cazador furtivo y alpinista de El peso de la mariposa (Siruela) que con su mangnum 300 sube a dos mil metros de altura en busca de un rebeco, un ejemplar único que, de algún modo, sabe que le ha llegado la hora. 




Erri de Luca: Los peces no cierran los ojos (Seix Barral), Barcelona, marzo de 2012, 128 páginas. Ediciones en papel (15,00 €) y en e-book (9,99 €). 

Una versión reducida de esta reseña ha sido publicada en la revista Vida Nueva (nº 2.794).

Enlace con la página de Facebook de Seix Barral

Una de las entrevistas con él que más me han gustado, gracias a Miguel Mora.


jueves, 5 de abril de 2012

Manuel Vilas: “No puedo aceptar la muerte”


Manuel Vilas (Barbastro, 1960) posee una literatura que une humor, cultura pop y una gran imaginación. Ha publicado los poemarios El Cielo, Resurrección, Calor y Amor. Además, es autor del libro de relatos Zeta y de las novelas Magia, España y Aire Nuestro. Acaba de publicar Los inmortales (Alfaguara, 2012), en donde prosigue con su peculiar y original mundo literario.

P: Es Aristo Willas, en el futuro más lejano posible (22011) quien nos abre la puerta a su novela…
R: La novela arranca en el año 22.000 con un personaje que se llama Aristo Willas, un nombre que hace referencia a Aristóteles, en un año en el que la inmortalidad es un bien común. A través del progreso, se ha erradicado la mortalidad, igual que nosotros hemos erradicado el analfabetismo o el hambre. Y yo en eso soy muy optimista: como especie estamos en un estadio evolutivo y creo que vendrán avances tremendos e impensables. Y uno de ellos, que me parece muy expresivo, es no morir. No desaparecer.
P: Pero más que aristotélica, su novela es cervantina…
R: Hay muchas cosas de Cervantes en Los Inmortales. Cervantes para mí es un misterio. Pero ese personaje de mi novela, llamado Aristo Willas, habla desde un punto de vista shakesperiano. Aristo Willas condena Los Inmortales, porque es una obra cómica. Tragedia y comedia se enfrentan en las primeras páginas de la novela, la galaxia Shakespeare frente a la galaxia Cervantes. Pero, efectivamente, esta es una novela cervantina.
P: Una reflexión cervantina sobre la inmortalidad, ¿no?
R: Mi cervantismo reside en que no consigo ver la realidad, eso me hace tolerante, y también compasivo. Los Inmortales nace de mi experiencia de ver morir a gente a la que quería. No puedo aceptar la muerte, me parece un error de la naturaleza. Corrijo ese error con la literatura. Me he inventado una inmortalidad made in Vilas. La muerte ya no existe para mí. He escrito esta novela contra la muerte.
P: ¿Es decir…?
R: En el año 22.011 la inmortalidad es un bien espiritual del que gozan todos los seres humanos. Es un bien noble y elevado, una conquista espiritual y material. En cambio, en el manuscrito encontrado por Willas, que pertenece al siglo XXI, es decir, a nuestra época, la inmortalidad es una aspiración cómica.
P: Es también una reflexión sobre la cultura…
R: Yo pensé en el concepto de inmortalidad del arte, de la política, del siglo XX y XXI, incluso de la religión, porque en la novela también salen el Papa y la madre Teresa de Calcuta, llamados Ponti y Mother T, y que se convierten en dos superhéroes. Lo que quería era reflejar lo que el siglo XX ha pensado que era ser inmortal desde la cultura, desde el arte, la literatura, el arte o la política. También sale Stalin y Hitler. En esencia: qué hemos codificado como permanencia en el siglo XX y la historia de estos personajes.
P: Podría parecer que la muerte es el eje de la novela, pero…

R: Es un libro sobre la vida. El tema fundamental es dar forma narrativa a las alienaciones del post-capitalismo. Y todas las historias están reflejando eso. Hay mucha crítica social posmoderna. Un personaje recibe el encargo de cortar cabezas de directivos de telefonía móvil. Los personajes de mi novela piden justicia, pero no saben cómo lograrla. No saben dónde está la justicia.

P: Una novela visionaria, pero actual, ¿eso es?
R: Hay una parte visionaria en la novela. Me gusta pensar cómo va a ser el futuro, aunque probablemente no acierte. Lo que haces cuando exploras el futuro es iluminar el presente. No sé cómo serán las cosas en el año 22000, pero sí que es posible que seamos inmortales. Con eso, intensifico nuestra mortalidad hoy y nuestra visión como seres que estamos muy poco tiempo en este mundo y desparecemos enseguida.
  
Una literatura contra el aburrimiento
Vilas, poeta primero con cierto renombre que amplía su peculiar concepción literaria a la novela, es como una especie de volcán de libertad: todo salta boca arriba en su narrativa, nunca se puede imaginar qué es lo que sucederá en la siguiente página. “Es una novela muy carnavalesca; todo lo que escribo lo es. Necesito pensar en una libertad absoluta. Quiero ser más libre y este mundo me pone impedimentos. Busco en la literatura el estallido total, el carnaval interminable”, afirma. Eso le hace estar siempre al límite. “En ese sentido –añade–, practico una escritura peligrosa porque me meto en berenjenales que son límites propios de la ficción. Pero también sin saltarme esos límites la literatura no me interesa: necesito ponerme nervioso. Buscar límites. Mi literatura es también una lucha contra el aburrimiento. El aburrimiento forma demasiado parte de nuestra vida”. Por eso sus personajes son siempre ambivalentes, con doble sentido, como ese “doble” de Juan Pablo II, al que llama Ponti, que usa para denunciar “la sacralización del consumismo”.



Manuel Vilas: Los inmortales (Alfaguara), Madrid, enero de 2012, 250 páginas. Edición papel: 18,50 €


En MAS, nº Febrero, 2012

Goya y el arte de lo divino

Piedad recientemente atribuida a Goya durante su primera época
Caixaforum y el Museo del Prado inauguran en Barcelona “Goya, luces y sombras”, un recorrido por su trayectoria que pasa de puntillas por la amplia obra religiosa de un pintor creyente que ha quedado oculto por la etiqueta de “anticlerical”
Goya llega a Barcelona. Una gran exposición de casi un centenar de obras que el Caixaforum expondrá, con la colaboración del Museo del Prado, para celebrar su décimo aniversario. Un viaje cronológico a las luces y sombras de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), “el primer artista moderno”, que ya ha sido exhibida, en gran parte, por el Prado en Tokio.
La muestra busca, ante todo, trasladar una imagen contemporánea y completa de la obra de Goya, por eso muestra , sin excepciones, todas los temas, técnicas y etapas de su producción. La muestra, que se podrá ver hasta el 17 de mayo, está comisariada por los conservadores del Museo del Prado Manuela Mena, jefa de Pintura del siglo XVIII, y José Manuel Matilla, jefe del Departamento de Dibujos y Estampas.
Siguiendo el modelo expositivo de Tokio, en forma de secciones autónomas o pequeños relatos visuales, ambos comisarios analizan los principales temas desarrollados por el artista a lo largo de su carrera. Es aquí donde, en la extraordinaria riqueza temática de la obra de Goya, habría que detenerse a reivindicar el poso religioso de la obra del pintor aragonés.
San Juan Bautista niño en el desierto.
Siendo cierto que “la política tiene más importancia en la obra de Goya que en cualquiera de sus contemporáneos” –como dejó dicho Nigel Glendinning en Arte, política y originalidad en la obra de Goya (2007)– y también que la esencia del pensamiento artístico, político y social de Goya está marcada por la ilustración, no es menos que Goya es un pintor de gran intensidad religiosa sobre el que se pasa –“Goya. Luces y sombras” así lo hace– muy de puntillas. Apenas tres óleos de esta temática se verán en Barcelona: Inmaculada Concepción (1783–1784), San Juan Bautista niño en el desierto (Hacia 1810) y Santa Justa y Santa Rufina (1817).

Cristiano en lo religioso y en lo cultural
Goya es, sin duda, cristiano en lo religioso y en lo cultural. El poderoso eco de series de grabados como Los caprichos han tergiversado la realidad goyesca. Su oposición al fanatismo religioso, a las supersticiones, a la inquisición o al papel de la jerarquía en los años siguientes a la invasión francesa no debe ocultar que Goya sea, simultáneamente, autor de una amplia obra religiosa.

“Lamentablemente, la pintura religiosa de Goya no empezó a estudiarse y apreciarse en su justo valor hasta mediados de la presente centuria, como la obra de un pintor de su tiempo, que reflejaba en ella las creencias religiosas de los españoles de la época y las suyas propias. Y es que fuera de España, e incluso dentro, todavía se sigue viendo al Goya pintor religioso con reservas, desde una perspectiva llena de tópicos y prejuicios inaceptables”, según el profesor de Historia del Arte en la Universidad de Zaragoza, Arturo Ansón Navarro, gran conocedor de la pintura española del siglo XVIII...


En el nº 2.793 de Vida Nueva. Íntegro para suscriptores

La novela de la semana | Luis Goytisolo: Antagonía


Éste es un libro extraordinario, acaso sea lo primero que haya que decir de él para justificar su extremada paginación, 1120 páginas. También para recrearnos en su  publicación, más de treinta años después de que Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) pusiera su punto final. Sin duda, capricho de editor para conmemorar el 500 volumen de la colección Narrativas Hispánicas.

Las cuatro novelas que componen este monumental friso alrededor de la creación literaria y la lectura, a partir de un joven aprendiz de novelista en los años 70 y una España en trasformación, nunca habían visto la luz en un único volumen: Recuento (1973) –publicado por Seix Barral en México, porque en España fue secuestrado por la censura–, Los verdes de mayo hasta el mar (1976), La cólera de Aquiles (1979) y Teoría del conocimiento (1981).

Ellas componen esta Antigonía (Anagrama), compleja y trascendente, que vista en la distancia crece en su valía, en su carácter unitario y en el reto que supone para el lector. Una novela que en sí misma es todo un aliento a la literatura, ese que por fin encuentra Raúl Ferrer Gaminde, su protagonista, para darle vida a su vocación de escritor.


Luis Goytisolo: Antagonía (Anagrama), Barcelona, Colección Narrativa Hispánica, 1120 páginas. En papel: 24,90 € / Ebook: 18,99 €


En la revista Vida Nueva nº 2.793